A vueltas con los e-libros y la crisis editorial (II)
En anteriores episodios de Galactica este blog, dije:
No voy a decir que me sorprenda la reticencia de todavía una parte importante de la audiencia sobre la sustitución del papel, incluso en un foro plagado de lectores de ciencia-ficción que uno podría suponer que acogerían con mayor facilidad los cambios provocados por la ciencia y la tecnología. No me sorprende porque no es la primera vez que observo esta reacción. [...]Pues bien, hace un par de días encontré un artículo titulado El próximo encogimiento del mercado de cf, donde pude comprobar que esta reticencia está siendo sustituida por una conciencia de que el libro electrónico ya no es una hipótesis de futuro, sino una realidad del presente. Y lo es, más que por la bondad de sus características, por una cuestión económica pura y dura.
Y es que los números mandan. Lo que en mi anterior entrada se me antojaba un escenario inflacionario, se ha transformado en uno deflacionario. Sin embargo, esto no evita el problema, sólo transforma el enfoque: en vez de aumentar los precios a niveles prohibitivos, disminuye el poder adquisitivo de los compradores, lo que por la ley de la oferta y la demanda hará caer las ventas. Además, hay que tener en cuenta que estamos hablando del sector del ocio, uno de los habitualmente más castigados por las crisis.
Eso no significa que el ocio desaparezca en los tiempos duros. El ocio permanece, pero sólo aquel que es lo suficientemente barato como para poder consumirse. Vease por ejemplo los famosos pulp de la década de 1930 o los bolsilibros en la España de 1950. Pero, a diferencia de la Gran Depresión o la Postguerra, el ocio se ha expandido en muchas formas actualmente más baratas que lo que supone actualmente la literatura y con las que hay que competir también.
Y aquí es donde interviene el libro electrónico. Un formato que reduce ostensiblemente los costes de producción, lo que permite unos precios mucho más económicos. A menor precio, más gente puede comprar más libros (o la misma gente puede permitirse comprar el mismo número de libros a pesar de un importante descenso en el poder adquisitivo). Por lo que lo que antes al editor se le volvía un formato extravagante de publicación, ahora se convierte en la posible tabla de salvación de su negocio.
Sin embargo, los mayores benficiados del cambio van a ser, aparte de los lectores, los propios autores. Un libro con los costes reducidos beneficia a los autores, que venden más, y que tienen mayor porcentaje sobre el precio final frente al coste del formato. Así que de repente, lo que antes era negro, se vuelve todo blanco. Donde antes había recelos, ahora hay parabienes. Normal que los recelos vayan cayendo.
Sólo resta vencer el temor al (mal llamado) pirateo. Podría extenderme aqui en un largo alegato mencionando que quien está dispuesto a no pagar por un ebook, no lo iba a pagar estuviera o no circulando por los "bajos fondos de Internet". Podría mencionar que un precio competitivo y justo es el mayor disuasor de las versiones piratas (que a saber con qué calidad circulan por ahí). Que quien puede permitírselo, no va a dejar de premiar al autor de una obra que le ha emocionado. Pero no me voy a extender. Y no lo voy a hacer porque los miedos son todos irracionales, y no se vencen mediante argumentos racionales.
Simplemente les tocará comprobarlo por ellos mismos.
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