sábado, agosto 26, 2006

¿Juegos de mesa abiertos?

Hace poco hablamos de juegos de mesa, y aunque ahora mismo no es un tema, digamoslo así, en mi target más inmediato (doctores tiene la iglesia), sí que ha vuelto a caer en el radio de acción de otro tema de mi interés, lo que yo llamo la cultura libre*, a través de este comentario de Raph Koster: Open Source Board Gaming que apunta a éste otro: Call for Open Source Board Gaming.

Resumiendo la tesis de ambos, las patentes de métodos de juego en los juegos de mesa, que están empezando a surgir al abrigo de este emergente mercado (es decir de la pasta que generan), hacen peligrar que en un futuro no muy lejano no se pudiera practicamente ni diseñar el parchís so pena de violar tropocientas patentes que hicieran caer a los abogados cuan plaga de langostas sobre el incosciente perpetrador de tal abominación.

En este estado de cosas, la propuesta en cuestión de juegos de mesa "de código abierto" se dirige más hacia el propósito de crear lo que se llama arte previo (por poner un ejemplo, emplear unos dados y unas cartas, o un sistema de pujas en un juego) con los que defenderse de una denuncia por violación de patentes que al objetivo real de hacer juegos abiertos. Es decir, la idea es más bien recopilar métodos "clásicos y conocidos" y ponerlos en una especie de dominio público, que lo que se entiendo habitualmente por open source. La idea del OS, por si aún queda algún despistado, podríamos resumirla como "no reinventar la rueda" y también como (parafraseando a Newton) "subirse sobre los hombros de los gigantes que nos han precedido". Que traducido a la iniciativa que nos ocupa, significaría diseñar juegos con licencias que permitieran ampliarlos, modificarlos, extraer partes de ellos y mezclarlas con otros de igual naturaleza. En definitiva, no acotar la creatividad con barreras artificiales.

Naturalmente, "una idea fantástica", pensaremos muchos (eso espero). Pero... sólo si alguno (o algunos) se dedican a arrojar guijarros por la pendiente que puedan a la larga provocar el efecto "bola de nieve". Y amigos, cuando hay que pringarse de verdad, todos sabemos que no abundan los volutarios...

Por eso me sorprendió encontrarme con una iniciativa bastante cercana a nuestras coordenadas espacio-culturales que, aunque no pueden considerarse --aun-- "abierta" (ya que falla en lo fundamental, permitir la obra derivada), sí que empieza a aproximarse a esa forma de pensar. Son tres juegos de mesa, dos de ellos con licencias Creative Commons, y un tercero con una licencia desconocida para mí (¿dominio público de Piecepack?). Investigando un poco ésta última, resulta que piecepack aspira a ser un estándar (en el dominio público) en el mundo de las piezas para juegos de mesa, piezas que adaptar para multitud de sistemas de juego. Y para ello, tienen una lista de 136 juegos hechos bajo esta licencia (que, básicamente, es equivalente a la CC-no comercial-no derivados).

Algo es algo**, y "a caballo regalado no le mires el dentado" me diréis. Sí, bueno, pero me hubiera gustado que fuera algo más del estilo, por ejemplo, de lo que está haciendo trukulo en el campo de los juegos de rol con su RyF. La claúsula compartir igual de la CC es lo que permitiría que, en un hipotético futuro, alguien se subiera sobre los hombros de trukulo*** para hacer un sistema de juego aun mejor.

No me diréis que esta entrada no es una obra de ingeniería bitacoril. He conseguido aglutinar varios enlaces y/o ideas dispersas por ahí ¡e incluso ha quedado medianamente coherente! Va, que ahora mismito me pongo otra medalla. }:-)

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* Y no admito que os pongáis tiquismiquis, que cada uno la llame como crea más adecuado mientras todos nos entendamos.
** dijo un calvo que se encontró un peine sin púas.
*** te jodes y te estás quieto, truku :-P

miércoles, agosto 16, 2006

Leido: Fiasco

Fiasco (1986) es la última obra en el campo de la ciencia-ficción del recientemente fallecido autor polaco Stanislaw Lem. También es la novela de la que se sentía más satisfecho, y la que muchos consideran su obra más reflexiva y madura. Con esta carta de presentación, me esperaba una novela por encima de su aclamada Solaris o --mi preferida-- El Invencible. Por desgracia, la novela sufre de un par de lastres que la traban innecesariamente: un arranque muy lento y disperso, y un final que (en mi personal e intransferible opinión) deja bastante que desear.

La premisa fundamental de Fiasco es demostrarnos que el contacto con otros seres completamente alinígenas puede ser imposible, debido a nuestras tan diferentes naturalezas. Este era uno de los temas favoritos de Lem, ya desarrollado ampliamente en Solaris y otras obras. En el caso concreto de Fiasco, el escollo principal parece ser el tiempo (el contacto solo puede darse en un estadio concreto de desarrollo de ambas culturas). Aun así, una expedición es mandada a un posible candidato a contacto en el planeta Quinta en el sistema Harpyae, utilizando un "truco sideral", para esquivar los efectos del retraso temporal de los viajes relativistas. Es un viaje "a ciegas", pues la nave debe partir mucho antes de que se pueda ni siquiera saber que habrá una sociedad suficientemente desarrollada en el destino, aguardándoles para el contacto.

Un punto de partida tan atractivo, sin embargo, se ve entorpecido por las causas ya citadas. Para empezar, partes de la primera mitad del libro parecen escrita "de relleno". El primer capítulo, dedicado a explicarnos como el astronauta que luego será nuestro protagonista queda atrapado en Titán, bien podía ser un relato aparte incluido en la saga de los Relatos del piloto Pirx. Un relato, por cierto, bien bueno (las descripciones de Titán son fabulosas, pero Lem se deja arrastrar por el entusiasmo más de lo debido, consumiendo páginas y páginas), pero que no aporta nada a la historia real de Fiasco, y que lo único que consigue es consumir 80 páginas de una novela de 460. Algo parecido podríamos decir de otros "relatos" embebidos dentro de la novela con calzador, como el de la montaña de Mazumac (una especie de holo-novela) o el cuento de CF sobre los hormigueros que lee el protagonista (muy del estilo de las historias pulp de los 20 y 30). Aportación de ambos a la trama general: bastante escasa, por no decir nula.

Por si esto no fuera suficiente, Lem adopta un estilo muy "hard"*. A mi particularmente no me molesta, ni me sorprende (particularmente ya me demostró en El Invencible que si quería, podía ser más hard que los que les gustaba etiquetarse de tal manera). Aunque leyendo esas densas explicaciones sobre la tecnología sideral me imaginaba que, sacadas de contexto y sin citar al autor, muchos no dudarían en calificarlas de "pedantes" en "infumables", achacándoselas a alguno de las tres B's. Pero ya sabemos que hay escritores y escritores, y (ya huelo el fuego de mi pira por hereje }:-P ) a algunos se les perdonan las mismas faltas que por las que a otros se les lapida inclementemente.

Pero en realidad, todo esto es anecdótico, porque el verdadero meollo de Fiasco está en su segunda parte, una vez metidos en harina del contacto con los quintanos. Y es aquí, en la conclusión, donde la obra realmente naufraga en mi opinión. Lem está tan obsesionado por demostrar la imposibilidad del contacto, que se "pasa de frenada". Vale, el primer contacto puede estar lleno de obstáculos, eso es asumible. Puede incluso fracasar. Pero de ahí, a convertir a los tripulantes en una especie de megalómanos idiotizados... va un abismo.

Porque así es como se comportan los tripulantes de la nave. Vamos, los paranoicos militares de La paja en el ojo de Dios son unas hermanitas de la caridad comparados con estos científicos. Porque eso es lo que son que son los tripulantes del Hermes: científicos de gran prestigio, arquetipos de personas cultas, cabales, inteligentes: el culmen de nuestra civilización. Una gente que precisamente si se les tiene que caracterizar por algo es por la paciencia o la constancia (la ciencia está plagada de fracasos, de muros que cuesta esfuerzos ingentes derribar), metidos es un magno proyecto de larga duración y destino incierto. ¿Ese es el perfil de una persona que, por no obtener resultados en cuatro meses, empieza a actuar como un maniaco irresponsable y amoral, por mucho que esté sometido a una fuerte presión? Bien, no niego que es aceptable que pueda darse en algún caso, pero... ¿sistemáticamente en todos?

El único personaje que no sucumbe a esta locura destructiva es, curiosamente, el personaje sacerdote. Él representa desde el principio el contrapunto de la expedición. La iglesia tiene como doctrina (así se nos cuenta) que le contacto es imposible porque Dios lo impide, acabando de un plumazo con un motón de problemas teológicos que se les plantearían si no fuera así. De manera que el único que está convencido desde el principio que la expedición será, efectivamente, un fiasco. También es el único que en todo momento sugiere la retirada (el abandono del proyecto como mal menor) cuando las cosas empiezan a torcerse. Y el único que mantiene una posición moral de que el fin (el contacto) no justifica los medios.

Y al final, se demuestra que es el que tiene razón.

Y se demuestra porque, despues de todas las trabas que Lem logra imaginarse, el contacto está a punto de producirse, de una manera u otra, después de todo el desastre acontecido. Y sin embargo, todo finalmente se tuerce, por un hecho completamente fortuito. Un deus ex-machina, pero al reves (en vez de la salvación, la condenación). Pero al fin y al cabo, un deus ex-machina como una catedral de grande.

Señor Lem, ¿el contacto es imposible porque a alguien se le pasó la hora? ¿Eso es lo que está intentando decirme? ¡Joder, que no estamos hablando de la hora del dentista!

Y eso que esa es la conclusión a la que prefiero agarrarme, porque la otra posibilidad --que realmente había un "Dios" que mediante un "azar" (imponderable) interviene para impedir el contacto-- me resultaría completamente inaudita en Lem (aunque, quien sabe, tal vez esté completamente equivocado).

Comprendo el existencialismo y la visión pesimista de la condición humana del autor, una actitud esperable en alguien que ha vivido en primera persona los horrores de la II Guerra Mundial. Pero lo que no puedo aceptar es, por demostrar los argumentos existencialistas, violar el sentido común. Y los personajes de Fiasco no se comportan con sentido común. Y es esa falta de sentido común la que lleva la expedición a ser un fiasco, no la premisa de que el ser humano sea inherentemente malo y egoista. Por eso, la conclusión de la novela me resulta totalmente inaceptable, y esa es la razón de mi decepción.

Pero no todo el mundo opina igual que yo (más bien lo contrario). Así que si prefieren leer reseñas mucho más positivas, pueden echar un vistazo por ejemplo a la entusiasta entrada de la Wikipedia (no sé que hace una reseña --algo carente de toda objetividad-- ahí, pero bueno), a la reseña de ciencia-ficción.com o a la de C, el hijo de Cyberdark. Tampoco soy el único en criticar algunos aspectos, como podréis ver en los comentarios al libro en Sedice.com.

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* Acabo de percatarme que Fiasco aparece en la lista de novelas hard de la entrada de la Wikipedia, y no porque yo la incluyera.

sábado, agosto 05, 2006

El libro del día del juicio final

Cuando he leído la noticia en Slashdot "el Doomsday Book en línea", lo primero que he pensado es que Connie Willis habría puesto su novela gratis para ser leída en Internet. Pero no, resulta que se refieren al auténtico Doomsday Book, el censo que Guillermo el Conquistador realizó en 1086, y que aun hoy se emplea en disputas legales sobre tierras.

Curiosamente, el último libro que he terminado de leer es El libro del día del juicio final. En general, los libros con viajes en el tiempo suelen darme yuyu, porque hay cada uno por ahí... Sin embargo, lo importante de este libro no es el viaje en sí, ni las paradojas (que no hay), ni nada que se le parezca. Tampoco es una novela histórica encubierta (aunque haya partes que lo parezca). Lo importante de este libro es la reacción humana ante el sufrimiento. Y es curioso observar los paralelismos que la autora plantea entre el pasado del siglo XIV, y el hipotético "presente" (futuro cercano, más bien).

Aunque probablemente lo que hace que esta novela guste (tanto como para ganar los tres premios más importantes de la ciencia-ficción: Hugo, Nébula y Locus) no es una cuestión de estilo o temática, sino que su capacidad para tocar la fibra sensible de cualquier lector (salvo que tenga el corazón de acero cromado). Es una historia que apena y emociona por partes iguales. Apena por el dolor y la indefensión de una enfermedad terrible e imparable. Emociona por el espíritu generoso de entrega y sacrificio por los demás. Es a la vez empática y catártica.

Reeditada recientemente en bolsillo por Byblos, y a un precio más que atractivo (5€), puede ser una buena recomendación para este verano (aunque llegue un poco tarde). Y si no, también vale para cualquier otra época del año. ;-)

Otras reseñas (de la novela y de la autora):