La persecución del ebook: equivocándose de enemigo
Hace un tiempo escribía en un comentario:
El ebook no es el enemigo de autores y editores, sino su última tabla de salvación. Y más vale que se agarren a ella, o terminarán trabajando de guionistas de series, películas, documentales o videojuegos. Los que puedan, claro.Y esta es la versión extendida:
El libro electrónico, por muy electrónico que sea, sigue siendo un libro, y sigue necesitando ser escrito y editado. Puede que cambie el formato físico, pero no cambia la forma ni en que se crea (intelectualmente) ni en que se disfruta.
"El ebook no es el enemigo de autores y editores, sino su última tabla de salvación." La afirmación puede sonar melodramática, pero permitidme que me explique. Hasta el momento, los autores y editores están viendo al ebook como el sustituto del pbook (el libro de papel), y por lo tanto su competidor. Lo que no están teniendo en cuenta es que, lo que hoy en día compite con la lectura no es la lectura en otro formato, sino otras formas y medios de información, ocio y entretenimiento distintos a la lectura.
Los autores y editores deben imaginar a sus lectores, con la tópica imagen de un señor o señora sentados en un sillón de orejas, en medio de un despacho con las paredes con estanterías abarrotadas de libros hasta el techo. La realidad es que la mayoría de los lectores leen como pueden y donde pueden: aprovechando los tiempos de espera, en el metro abarrotado, o en el autobús. Mientras almuerzan. En la cama, justo antes de dormir. Exprimiendo el tiempo del escaso que la vida cotidiana les deja, en definitiva.
Y la cuestión fundamental es que, en esos tiempos muertos, donde antes no había muchas más alternativas de hacer nada más, ahora tenemos dispositivos que nos traen casi cualquier cosa a la mano. Con cualquier smartphone de última generación (y la verdad que la parte de phone o teléfono es ya casi la más aneddótica) podemos no sólo estar escuchando música, radio o podcasts, viendo videos, jugando a videojuegos, e incluso leyendo libros, sino que además la conectividad a Internet nos permite estar leyendo cualquier página web, consultando la wikipedia, subiendo fotos que acabamos de tomar o viendo las fotos de otras personas, comentando noticias con un montón de gente a través de Twitter, y cientos de cosas más, ya descubiertas o aún por descubrir. Incluso podemos aprovechar para llamar por teléfono a alguien...
Frente a ese enorme espectro de posibilidades, el pbook palidece. No es que el libro pierda su encanto, es que sólo puede ofrecer una fracción de la experiencia que pone a nuestra disposición las modernas tecnologías. Sin embargo, alguno objetará: "no es incompatible llevar un smartphone y un pbook". Esa afirmación no es muy cierta, primero porque compiten por algo que sí que está limitado: el tiempo de atención del usuario. Todo el tiempo que el usuario esté usando su dispositivo de mano para hacer lo que sea, no lo está usando para leer el libro, con lo que cada vez es más un objeto accesorio (y sustituible por una aplicación lectora de ebooks en el propio dispositivo, debido a que la lectura se convierte en una actividad cada vez más breve en el tiempo, más "casual"). Y segundo porque, como los propios fabricantes de éstos dispositivos están empezando a descubrir, a la gente no le gusta llevar varias cosas, si pueden llevar una única que pueda hacerlo todo, aunque sea "peor" en todos los campos frente a un dispositivo especializado. Recientemente una noticia decía: "Los fabricantes de consolas, preocupados por la creciente competencia de los dispositivos Apple en el mercado de juegos". Y es normal que se preocupen, porque a nadie le apetece llevar encima un teléfono, una PDA, un lector de ebooks (o un pbook), una cámara de fotos, un reproductor de MP3 (y otro de MP4), un GPS y una consola portátil de videojuegos (casi hay que llevar un maletín), pudiendo llevar un pequeño aparato que les permite todo eso y más.
Estamos en una carrera hacia "el único dispositivo que se lleva encima", y los smartphones llevan ventaja. O dicho de otra manera: ¿puede competir un texto lineal estático frente a la multitud de formatos y medios audiovisuales, interactivos, etc? Yo creo que claramente no puede. Por eso, mi afirmación de que el ebook no es el enemigo de los autores y editores de libros, sino precisamente su tabla de salvación. Porque es lo que más se acerca a lo que ellos estan acostumbrados a crear (y tratar de vender): libros.
Los libros se escriben de cierta forma, y también se editan de cierta forma. La producción de una película, de una serie, o de un videojuego es completamente diferente, y los editores de libros difícilmente pueden usar sus conocimientos en dichas tareas. La reconversión en ese caso es bastante difícil (más bien habría que hablar de tabula rasa). El caso de los escritores sí puede considerarse una reconversión, pues si bien lo que se busca en ellos es la creatividad a la hora de contar historias (algo innato a su actividad), también es cierto que las técnicas que se emplean para plasmar y dar vida a esas historias divergen según el medio empleado, y no es lo mismo escribir una novela, que guionizar una película o una serie o un videojuego. En el camino de dicha reconversión iban a quedar no pocos autores, aunque siempre habrá quien lo consiga, lo que no quita que probablemente sean una exigua minoría.
En el resto de los casos, yo si fuera un escritor con aspiraciones, me pensaría muy mucho de demonizar el último resquicio por el que la palabra escrita puede llegar al ciudadano. La última ventana abierta. La última, como decía al principio pomposamente, tabla de salvación.
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