domingo, junio 28, 2009

El futuro del libro digital (I)

Javier Candeira ha escrito un inspirador artículo sobre el libro electrónico 'El verdadero avatar del libro electrónico' del que merece la pena entresacar un par de ideas:

El economista austríaco Joseph Schumpeter acuñó la expresión “destrucción creativa” para referirse a las consecuencias de la innovación radical en una sociedad de mercado. Esta descripción se aplica especialmente bien a las consecuencias sociales del cambio tecnológico. Cuando se cita a la imprenta de tipos móviles de Gutenberg como uno de los inventos cruciales en el progreso de la humanidad, no sólo se está celebrando una tecnología que dio lugar al Renacimiento y, de rebote, a la Ilustración, la Revolución Industrial y al mundo moderno. También se recuerda a la máquina que acabó con los Scriptoriums medievales, llevándose con ellos los manuscritos iluminados, los grandes libros de pergamino… terminando incluso con la primacía en Europa de la Iglesia Católica.
O dicho de otro modo, el progreso es cambio, y el cambio es crísis: sustitución de viejos modelos obsoletos por otros nuevos que se adaptan mejor a la nueva situación económico-social. Además, estos cambios suelen provocarse de forma abrupta y normalmente mediante un conflicto entre las "viejas estructuras" (aquellos que tienen miedo al cambio y no quieren adaptarse) y los que sí se adaptan y abrazan el cambio, que serán los encargados de formar las "nuevas estructuras" que las sustituirán.

La imprenta y el libro de papel fué en su día parte de un cambio revolucionario que acabó con profesiones, organizaciones, e incluso alteró el modo de entender la vida. ¿Acaso no hubo una oposición contra el libro y todo lo que traía consigo? Por supuesto, ¿que otra cosa sino es la Contrarreforma y el Index Librorum Prohibitorum? Pues aquellos que en su día eran los revolucionarios, ahora les ha llegado el turno de ser los reaccionarios, y como tal reaccionan contra el libro electrónico.
Es pronto para decir cómo será la edición del futuro, post-Internet, post-libro electrónico, post “veinte minutos en el futuro“. Lo que sí que está claro es que no será como hasta ahora. Los automóviles no son carruajes de caballos tirados por motores controlados por riendas y que abrevan gasolina. El cine no es teatro filmado con una cámara en una butaca. El grueso del negocio editorial no consistirá en empresas que fabrican “ejemplares” digitales, vendidos a tanto la copia, y pagados a tanto menos al autor. Este modelo quedará reservado para fenómenos marginales, de lujo, de culto. Tanto las empresas editoriales como los propios géneros literarios (o no literarios: la edición es mucho más que literatura) serán irreconocibles dentro de veinte, cincuenta años, si es que siguen existiendo.
Tal vez sea pronto para saber a ciencia cierta cómo será la edición del futuro. Pero desde luego sí que podemos especular, hacer prospectiva sobre ello. Entre otras cosas, porque la formación de lo que serán los cimientos de dicha edición futura es ahora. Podemos ver brumoso el final del camino, pero desde luego que vemos claramente el arranque del mismo, y la dirección que toma.

Por eso mismo, el otro día lanzaba un globo sonda en Twitter:
Tiene toda la razón @franontanaya, si las editoriales no quieren pillarlo, entonces que sean otros los que lo hagan. http://bit.ly/Gu8NV

Pero como es aburrido estar todos los días escuchando lo mismo, o estar replicando todo el día aqui y allá, voy a lanzar una idea loca.

❶ Escribimos cada uno (el que quiera, claro) un artículo sobre cómo creemos que debe funcionar el futuro mundo del libro digital.

❷ Se recopilan todos en un "libro digital" (PDF, epub, etc) y se pone disponible libremente para el que lo quiera leer con una licencia CC.

Donde digo artículo, quiero decir mini-ensayo. No estoy hablando de escribir 40 páginas, pero tampoco 6 párrafos.

Desde luego en mi streamline habéis tuiteado material de sobra para hablar largo y tendido sobre el tema.

Y también es interesante contar con diferentes puntos de vista, que los hay.
La idea, al menos por mi parte, es intentar hacer un todo coherente con la multitud de ideas dispersas que he ido leyendo o escribiendo por ahí. Pero como uno está limitado y condicionado por su propio pensamiento subjetivo, se me ocurrió que sería interesante leer lo mismo de otras personas interesadas en el mismo tema, y más informadas que yo. Para rematar, se puede unir todo y, como decía Machado, "hacer camino al andar". Y esa es, en esencia, la idea. Que están invitados a comentar, incluso a participar en su elaboración.

martes, junio 02, 2009

Futuros imaginados, presentes extrapolados

Inspirándome en esta magnífica serie de viñetas que comparan los futuros imaginados por Huxley (Un Mundo Feliz) y Orwell (1984) con la realidad actual, voy a enlazarlo con el artículo que mencionaba ayer, y entresacar algunos trozos:

La sociedad que surge es menos estable y, como denunciábamos, potencialmente más atraída por las alarmas políticas reaccionarias capaces de intercambiar mayor bienestar por menos democracia. También es una sociedad sin una clara identidad de valores compartidos, por lo tanto, es oportunista, consumista y sin proyectos a largo plazo", señalan los autores [del libro El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste, el periodista Massimo Gaggi y del economista Eduardo Narduzzi]
Esta visión coincide tanto con la de Orwell (políticas reaccionarias, intercambiar bienestar por democracia) como on Huxley ("oportunista, consumista y sin proyectos a largo plazo"). Incluso, si se quiere hacer un mix, podría encajar mejor en la Inglaterra de V de Vendetta, como fusión de ambas visiones.

Pero sigamos adelante, y veamos la visión de Santiago Niño Becerra:
En esa línea, Santiago Niño Becerra considera que hoy por hoy "la ideología prácticamente ha muerto", y gradualmente, evolucionaremos hacia un sistema político en el que un grupo de técnicos tomará las decisiones y "la gente, la población, cada vez tendrá menos protagonismo.

"Conceptos como funcionarios, jubilados, desempleados, subempleados, mileuristas, undermileuristas irán perdiendo significado. Con bastante aceleración se irá formando un grupo de personas necesarias que contribuirán a la generación de un PIB cuyo volumen total decrecerá en relación al momento actual, personas con una muy alta productividad y una elevada remuneración (razón por la cual su PIB per cápita será mucho más elevado que el actual), y el resto, un resto bastante homogéneo, con empleos temporales cuando sean necesarios, dotados de un subsidio de subsistencia (el nombre poco importa) que cubra sus necesidades mínimas a fin de complementar sus ingresos laborales. La recuperación vendrá por el lado de la productividad, de la eficiencia, de la tecnología necesaria; pero en ese trinomio muy poco factor trabajo es preciso. Pienso que la sociedad post crash será una sociedad de insiders y outsiders: de quienes son necesarios para generar PIB y de quienes son complementarios o innecesarios".
Y aquí me vienen dos analogías de futuros imaginados por la ciencia-ficción. La primera es la del clásico de H. G. Wells La máquina del tiempo. En esta novela, el viajero hacia el futuro se encuentra con una sociedad dividida en dos castas: los Morlocks y los Eloi. Mientras los primeros han evolucionado en unos seres ocultos bajo tierra y que hacen funcionar la maquinaria que mantiene el mundo, los segundos son un grupo de ociosos que prácticamente han perdido todo conocimiento y consciencia que no sea la de los placeres más básicos (comer, beber, dormir y follar), y cuya único motivo de existencia es satisfacer a los apetitos de los Morlock, que son los que en realidad los alimentan y mantienen con vida.

Wells era un socialista fabiano, y en las dos degeneraciones de los humanos que presenta, tiene un interés político claro. Mientras los Morlock serían los descendientes de la clase trabajadora, los Eloi representarían a los descendientes de las clases pudientes. Sin embargo, si retomamos el párrafo de SNB, podríamos encontrar una analogía que encaja mejor: los Morlocks ("personas con una muy alta productividad y una elevada remuneración"), que son los técnicos y tecnócratas, y a los Eloi ("un resto bastante homogéneo, con empleos temporales cuando sean necesarios, dotados de un subsidio de subsistencia"), mantenidos por los primeros porque son necesarios para ellos.

¿Estoy siendo demasiado atrevido? Bien, vamos ahora a por otra frase de SNB: "Pienso que la sociedad post crash será una sociedad de insiders y outsiders". En realidad, la frase de por sí no es suficiente, pero aquí estoy yo para explicar que una de sus predicciones es que sólo sobrevivirán las grandes megacorporaciones, capaces de aglutinar muchísimos sectores de forma que se pueda explotar la eficiencia de las economías de escala hasta el límite, y las micropymes (o autónomos), capaces de sobrevivir por su alto grado de adaptabilidad en cada momento a las necesidades del momento. Es decir, los freelancers. ¿Y en qué futuro imaginado conviven el titánico poder de las megacorporaciones de cultura monolítica con los freelancers y los outsiders? Efectivamente, en el cyberpunk más ortodoxo.

Si recuerdan algunos de los relatos de Gibson, los vaqueros y otros grupos marginales especializados (generalmente en el crimen) —es decir, outsiders— se dedican a hacer "extracciones": sacar importantes científicos o técnicos —los más valiosos insiders— de las megacorporaciones donde han vivido siempre para llevarlas con nuevos dueños. Y digo bien, dueños, porque las megacorporaciones se erigen en los verdaderos "estados" que rigen los destinos de sus "ciudadanos" (empleados) desde el nacimiento hasta la muerte, siempre dentro de la megacorporación. Incluso en la novela Jennifer Gobierno (de clara inspiración cyberpunk) las personas llevaban como apellido el nombre de la empresa donde trabajan.

La ciencia-ficción tiende a llevar las ideas a los extremos, con el objetivo de provocar la mayor reacción posible en el lector. Esto no significa que sus ideas no sean válidas, sino que hay que interpretarlas. Así como es difícil imaginar una sociedad donde todo el mundo entregara hasta la última gota de su privacidad al gobierno, o que se lanzara totalmente en manos del hedonismo, también es dudoso que se permitiera que su apellido fuera el de la empresa en la que trabaja. Y sin embargo, ya hoy, trabajar en la empresa XXX (sobre todo si XXX es una empresa con una marca conocida) puede que no sea un apellido pero sí es algo que se usa para etiquetar. En Vitoria, trabajar en Mercedes o en Michelín representa ya un estátus de por sí. Significa (o significaba) un trabajo estable, fijo, bien remunerado, al que aspiraban muchos. Y otro tanto se pueden decir de otras fábricas en otros lugares del mundo.

¿Los Morlocks —perdón, los técnicos— irán por ahí alimentándose de Elois? Lo dudo mucho. Sin embargo, los tecnócratas serán la nueva y escasa clase media, y seguro que podrán elegir el sitio de sus sueños donde vivir, la pareja con la que procrear, y un sinfín de lujos más que para la mayoría estarán vedados. Mayoría a la que se apaciguará con la inmortal fórmula del Pan et Circenses. ¿Tan difícil es de imaginar? Yo diría que no sólo es fácil de imaginar, sino que ya está con nosotros.

lunes, junio 01, 2009

Por qué no se rebelan los mileuristas

Una de las cosas buenas que ha traido la crisis consigo es que, de vez en cuando, uno se encuentra de vez en cuando artículos de brutal sinceridad, inimaginables en ciertos medios hace unos años. Uno de estos artículos es el aparecido hoy 1 de junio en El País "Adios, clase media adiós".

El artículo seguramente merece un análisis más exhaustivo, pero yo me voy a quedar con la última frase del mismo: "El mileurista ha dejado de tener edad. Gana mil euros, no ahorra, vive al día de trabajos esporádicos o de subsidios y, pese a todo, no se rebela".

Despues de 295 comentarios, los de El País han decidido cerrar los comentarios a esta noticia, así que mi respuesta va a ir aquí.

¿Que por qué no nos rebelamos?

  1. ¿Qué sentido tiene rebelarse? ¿Contra quién y por qué? El artículo pinta un panorama muy negro para los mileuristas, nada alejado de la realidad. Pero lo que no cuenta el artículo es que esos mileuristas seguimos siendo parte de los 1.000 millones de habitantes privilegiados de éste planeta. Y por cada uno de esos 1.000 millones, hay 5,5 personas que viven infinitamente peor que nosotros. Para ellos un mileurista es algo así como un potentado. Desde ese punto de vista... ¿vamos a hacer una revolución? ¿Por qué razon? ¿Para vivir todos como Bill Gates? Eso en el fondo sabemos que es imposible, como sabemos que somos unos privilegiados, aunque nos gusta no acordarnos demasiado de ello. Los que tienen justas y verdaderas razones para una revolución, sería a costa nuestros privilegios y derrochador modo de vida. Como decía el Quijote: "Mejor no meneallo".
  2. ¿Quién dice que no nos estamos rebelando? Claaaro, para algunos una rebelión consiste en que rompamos escaparates y quemenos cosas para cortar carreteras. Absurdo, esa es la rebelión que quieren los poderosos. Algo para decir "mira que bárbaros, tenemos que controlarlos por su propio bien". Eso no es una rebelión, eso es seguirles el juego. La verdadera rebelión, lo que les molesta de verdad es que consideres totalmente innecesario un automóvil, y por lo tanto no te lo compres. Que decidas no derrochar. Que seas generoso con los demás. Que pienses que en este mundo hay miles de millones de personas más que tienen el mismo derecho a vivir, y que por lo tanto el mundo no está al servicio de tus caprichos. Eso les jode, porque conviertes que ellos quieran que el mundo esté a su servicio en algo falto de ética. No imponen su patrón de forma de pensar. La cultura libre, la cultura de compartir, y la cultura de colaborar en vez de competir, es pura rebelión contra el su modo de vida, una rebelión mil años luz más efectiva que quemar cajeros o destrozar mobiliario urbano.
La próxima vez que oigas que los jóvenes de ahora son todos unos conformistas, ríete. Sí, ríete, porque si fueran capaces de comprenderte, entonces sí que estarías pensando mediante sus antiguos esquemas. El hecho de que no sean capaces de comprenderte, demuestra hasta que punto eres inconformista.