Hagamos un Calvo
Esta ministra de cultura que sufrimos y padecemos cual plaga bíblica, va a conseguir que cambie el significado de tan castiza expresión. Después de la ley del cine, a esta señora no se le ha ocurrido otra cosa que prepararnos la ley del libro. Y todavía amenaza con una ley de la música*, con lo cual ya tendríamos el triplete (las tres marías: la caca, la mierda y la porquería).
¿En qué cabeza cabe que el problema con la lectura en este país provenga de que "las grandes superficies" hagan un descuento en los libros? Ojo, estamos hablando de un 5%. Es lo máximo permitido por ley, excepto el día del libro, que se permite un 10%. Reconozco que yo (y no sólo yo) soy capaz de darme un paseo por ahorrarme ese 5%. Incluso que algunos años me he esperado al día del libro para surtirme en abundancia, sólo por el descuento.
Tal vez a la señora ministra le parezca una mezquindad, pero únicamente estamos optimizando nuestros recursos dedicados a la lectura (con el mismo presupuesto conseguimos leer más ¿no es eso acaso "fomento de la lectura"?). Lo mismo que cuando recorremos interminablemente puestos de libros viejos, en rastros o ferias, revolviendo entre volúmenes mohosos, en busca del santo grial de la ganga de quinta mano, o cuando nos tenemos que esperar uno o más años a que salga ese título tan interesante en formato bolsillo a un precio más asequible**.
El canon de las bibliotecas, cuya aplicación parece ya inevitable, supone en la práctica una transferencia desde la partida destinada a bibliotecas del presupuesto del ministerio de cultura a las sociedades de gestión de derechos (empresas privadas). Dinero que se tendrá que privar de otra parte (lo más probable, de la adquisición de nuevos libros). Yo nunca he sido muy amigo de usar las bibliotecas públicas (vena fetichista y también acomodaticia de leer un libro cuando y durante el tiempo que me de la gana), pero a partir de ahora, ni agua. Que sirva como derecho al pataleo, y para que al estado le cueste lo menos posible.
Irónico es que, como decía alguno, yo también he donado libros a la biblioteca pública más cercana. Libros por los que ahora el estado tendrá que pagar, ¡incluso si soy yo el que los leo!, a pesar de haber pagado mis correspondientes gabelas de "propiedad intelectual" en su día. Un despropósito, sólo entendible desde la óptica de la voracidad crematística del grupo de amiguetes que controlan las entidades de gestión de derechos y se reparte ese dinero entre ellos.
¿Qué hacer?
Personalmente cada vez estoy más convencido de que, cuando lo público falla, es lo privado el que debe tomar la iniciativa. Y por privado me refiero tanto a las empresas, como a particulares y organizaciones y no provenientes del estado.
Teniendo la red, que es un inmenso almacén de consulta muchísimo mayor que cualquier biblioteca, encima ampliado con proyectos como Google Books, pudiendo comprar en librerías virtuales como Amazon, con precios más que competitivos y un inmenso catálogo incluyendo lo último de lo último de cualquier tema que se nos ocurra, popularizándose cada vez más los e-books, sobre todo en los libros técnicos que son obras fundamentalmente de consulta y muy fungibles, teniendo proyectos como Bookcrossing, e incluso pudiendo editar nuestros propios libros, lo que yo me pregunto es cómo, en el nombre del MEV*** , se atreven a pensar que nos van a hacer comulgar con ruedas de molino.
El mercado editorial está en el filo de la navaja, y lo único que le puede servir es apelar a la "responsabilidad" del consumidor para mantenerlo. Basta con que estos consumidores perciban que se les está tomando por el pito de un sereno para que todo el montaje corra el riesgo de venirse abajo con estrépito. No existe el monopolio cultural que algunos se cree, y si no consumimos SU "cultura", ya consumiremos la de otros. Y a algunos ya se nos están hinchando bastante las pelotas...
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* Ley de la música me daría igual si no fuera porque estoy seguro que pagará directamente sus desmanos de mi bolsillo.
** Basado en hechos reales --y cotidianos--.
*** Monstruo Espaguetti Volador.
2 comentarios:
Realmente no creo que se lea más porque se bajen los precios, este país es así de inculto...no se lee desde siempre...ni antes con precios bajos ni ahora mucho menos...es triste pero cierto...
Míralo desde este punto de vista: los que leemos (aunque seamos una minoría), leeremos más si podemos comprar más libros con el mismo dinero. Luego la media sube. ;-)
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