lunes, noviembre 30, 2009

Las guerras del siglo XXI serán las guerras del copyright

El tema del copyright es un tema recurrente en este blog, así que pido disculpas de antemano si me repito o resulto pesado. Si lo soy, es porque el tema tiene una enorme transcendencia e importancia, y el tiempo nos está dando la razón a quienes opinamos así.

Como si se tratara de un plagio del argumento de "El imperio contraataca", en estos momentos los grandes intereses económicos de la mal llamada industria de los contenidos —en todo caso sería la industria de los contenedores— están presionando a través de sus lobbys a los parlamentos, gobiernos e instituciones de todo el mundo y en toda jurisdicción, para establecer leyes, normas y sanciones de todo tipo contra la violación de los que ellos llaman "derechos de autor" —y que en realidad estrictamente hablando son derechos de explotación—. La ofensiva es de tal calado, que han conseguido que se aprueben leyes de los "tres avisos" en países como Francia o Reino Unido, y aspiran a mucho más, envalentonados por sus logros.

En España, la batuta de esta guerra por el bando de los zelotes del copyright la ha tomado la llamada Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, coloquialmente "la Coalición", en la que se agrupan tanto los viejos conocidos de las entidades de gestión o la patronal de la industria musical, como nuevos "viejos negocios" ahora desahuciados por la venida de lo digital (editoriales, libreros, medios de comunicación). Esto es bueno porque por fin tenemos un enemigo definido y uniformado que se ha quitado la careta y presenta un frente claro y abierto. Y porque —lo sé, en el fondo soy un romántico— por fin tienen un nombre de villano ("La Coalición") digno de las organizaciones malvadas de novelas, seriales y películas.

¿Cual es el juego de la Coalición, y del resto de organizaciones equivalentes? Utilizar su dinero e influencia para convencer (o tal vez "convencer") a los legisladores que el copyright es un derecho fundamental, sacrosanto e intocable, que debe ser defendido a toda costa. ¿Por qué? Porque la única manera real de frenar que los contenidos digitalizados fluyan en todas direcciones sin control es nada más y nada menos que socavar un auténtico derecho fundamental, tal y como entendemos las libertades en el mundo occidental: el de la privacidad e intimidad.

En una cultura como la occidental donde los derechos y las libertades individuales son piedra angular desde hace 2.500 años, el hecho de someter a un espionaje contínuo y sistemático nuestras comunicaciones para "comprobar que no hay violaciones de los derechos de autor" no sería nada bien recibido. La capacidad de "cachearnos" digitalmente (nuestros pen drives, tarjetas de memoria, discos duros y cualquier dispositivo de almacenamiento), de monitorizar nuestras actividades en nuestros ordenadores y restos de dispositivos de computación (incluyendo teléfonos, PDAs, consolas, e-readers y quién sabe qué más) y la imposición obligatoria de dispositivos de coherción de derechos digitales (DRM) en los mismos, serían sistemáticamente tumbados judicialmente por nuestros derechos a la intimidad y privacidad, así que su primer objetivo es lógicamente renivelar la balanza a su favor y "sacralizar" sus derechos de explotación como un derecho de primer orden equiparable al de privacidad, y así conseguir sus propósitos, aun a costa de convertir a nuestra sociedad en un remedo de "1984".

Ahora ya sabemos lo que nos jugamos en esta guerra. Nos queda saber cómo combatir en la misma. Hace poco, hablando con Pedro Jorge sobre estos mismos temas, le decía que "las verdaderas batallas se van a librar en sitios que no son los juzgados". Y no, no creo que se libre en los juzgados, principalmente porque si fuera a librarse en los juzgados, hace ya tiempo que a los zelotes del copyright los hubieran puesto en su sitio de una vez por todas. Hay libros enteros[1] con argumentos históricos, jurídicos y de sentido común, que tratan el tema con la suficiente profundidad como para que me extienda aquí repitiendo lo que ya ha sido explicado por expertos en el tema con toda profusión de detalles.

La verdadera batalla se va a librar, por un lado, en los bolsillos de los ciudadanos, que son los auténticos objetivos de todo este movimiento de rapiña. Y que no va a estar por la labor de que les expolien sus maltrechos bolsillos con no se qué excusas "morales" sacadas de la manga. Pero si bien los ciudadanos no se van a dejar desplumar tan fácilmente como los zelotes piensan, esa va a ser una batalla de fondo, una guerra invisible que se librará implacablemente, detrás de la cortina. Mientras tanto, hay una batalla visible que librar, que transcurre en el plano público, y que es de la que realmente me interesa hablar aqui.

En la desobediencia civil de Henry Thoreau, que ha servido de inspiración a movimientos pro-derechos como los liderados por Gandhi o Martin Luther King, subyace la misma idea: emplear las propias herramientas que el sistema nos otorga para luchar desde "la legalidad" contra él. Richard Stallman fue pionero en dar forma a este principio con relación al copyright: fue el primero al que se le ocurrió "circunvalar" el copyright utilizando las propias leyes del copyright. Y esa idea la aplicó a los programas de ordenador, creando la licencia GPL y con ella los conceptos de software libre y "copyleft". Posteriormente, lo que inicialmente fue pensado para el software, se extendió a todo tipo de piezas de información que no fueran necesariamente programas de ordenador: textos, música, imágenes, ... dando con ello nacimiento a un concepto más global que se pasó a denominar cultura libre.

Y la cultura libre es nuestra auténtica arma para ganar las guerras del copyright. Porque allí donde la cultura libre prospere, estrangulará con su exhuberancia la avaricia de los zelotes del copyright. Y todo, desde la más estricta legalidad.

No quiero insistir en los conceptos de la economía de la abundancia y la economía de la atención[2]. Me limitaré a señalar algunas obviedades:

  • Mientras se "consume" cultura libre (si es que la cultura debería ser "consumida", pero eso es otro debate), no se "consume" cultura privativa.
  • La cultura de libre distribución, por su carácter, se expande con más facílidad que la que no lo es.
  • Si no se "consume" cultura privativa, no hay ganancias. Si no hay ganancias, los actores interesados económicamente en la pervivencia de la cultura privativa, dejan de estarlo (ya no es un negocio).

Así que, resumiendo, para defender nuestros derechos y libertades básicas de la amenaza de un control totalitario con la excusa de la salvaguarda de los derechos de copyright, lo que hay que hacer es reventar el interés económico en el copyright, a base de ahogarlo creando y extendiendo obras culturales libres, o al menos de libre distribución.

Es importante entender que no basta con el mero concepto de cultura libre para acabar con la amenaza. Es imprescindible que esa cultura libre exista, y en abundancia; sea real. De la misma manera que el software libre ha obtenido importantes victorias en el campo de las libertades, pero no por el mero hecho de que exista la licencia GPL. No estoy haciendo de menos la obra de Stallman, que además, aparte de la GPL, se ha dejado la salud programando software libre para todos nosotros. Pero es importante entender que el software libre es lo que es, porque muchos programadores lo han comprendido y abrazado sus principios, y han desarrollado infinidad de programas de todo tipo bajo su filosofía, lo que nos permite tener ahora mismo alternativas con las que defendernos de las imposiciones arbitrarias y/o aberrantes con que los agentes del software privativo nos pudieran intentar amenazar (por eso se han pasado al etéreo campo de las patentes, o a la amenaza del cierre de datos de la nube). Así como el software libre nos sirve de trinchera en el campo del software, la cultura libre también debe servirnos de escudo. Alcanzando la misma masa crítica en el resto de las áreas culturales estamos además protegiéndonos de la amenaza de los zelotes del copyright, aparte de contribuir con una cultura universal de verdad, accesible a todos, sana —no adulterada por intereses ajenos—, tal y como debería haber sido siempre.

La buena noticia es que, para lograr este objetivo, no necesitamos cambiar nada de lo que ya estamos haciendo. Porque ya estamos generando todo tipo de obras y material cultural en grandes cantidades y de libre distribución, sin darnos cuenta. Todos los días. Y el asunto es tan preocupante para los zelotes del copyright que, dándose cuenta de su debilidad, arremeten con lo que pueden para tratar de desviar nuestra atención del que debería ser nuestro objetivo: hacer más y más.

Ésta no es una tarea para gigantes o superhéroes. Habrá quien aporte más, un plus especial, porque son buenos en lo suyo. Pero una red es robusta cuando el hecho de que fallen nodos ni se nota, dado que hay muchos otros para reemplazarlos. Y ese es un trabajo de "hormiguitas", no de gigantes, en el que cualquiera puede participar, y participa. Tal vez te parezca que escribir una entrada en tu blog muy de vez en cuando, o hacer y compartir una foto, o un video, o cualquier otra cosa, no vale para nada. Y vale, tal vez su valor sea en muchos casos infinitesimal. Pero la suma de todas esas aportaciones no es infinitesimal. Una entrada en un blog puede no marcar la diferencia, pero las cientos de miles de entradas de blogs que se escriben sobre mil y un temas, todos los días, sí que la marcan. Y lo mismo podría decirse de otras muchas áreas. Y para conseguir ese efecto red en realidad no se necesita ninguna "organización", ni "plan de batalla", ni grandes manifiestos o alharacas. Sólo seguir haciendo lo que ya hacemos todos los días, si cabe con un poquito más de intensidad y convicción.

Yo desde luego lo voy a intentar. ¿Te apuntas? Si es así, bienvenido, amigo, al ejército de hormigas de la cultura libre.

--

[1] como "Cultura Libre" de Lawrence Lessig (disponible en español aquí) o "Moral panics and the Copyright Wars" de William Patry.

[2] algunos ejemplos ya han sido tratados aquí en artículos como "¿Está la edición (como industria) obsoleta?" o "Funciona porque es gratis"

4 comentarios:

átopos dijo...

Enhorabuena por este artículo.

Estoy totalmente de acuerdo con tu conclusión fundamental. La única forma de combatir a fondo y a largo plazo con la pseudocultura de los zelotes es participar en la creación de una cultura libre. Una cultura que no sólo compita en cantidad, sino, sobre todo, en calidad, con la que generan los acólitos de los zelotes.

A corto plazo la tarea parece hercúlea. Si se ve bien, no lo es tanto, al menos en algunos ámbitos. Pensemos, por ejemplo, en la cultura trasmitida a través de la escritura. No creo que pueda haber disensión seria en la siguiente tesis: en los ámbitos humanísticos lo mejor, con mucho, de lo creado por el hombre es de dominio público, porque la mayoría de los grandes logros pertenecen, por suerte para la cultura libre ---por desgracia para nuestra época---, a siglos anteriores al nuestro. Es cosa de tiempo que este legado cultural sea plenamente accesible. En los ámbitos científicos hay más sensibilidad sobre estas cuestiones y no es poco lo que se viene trabajando en la dirección de la liberación de la cultura de las ataduras mercantiles, a través, por ejemplo, del movimiento Open Access.

Pero además, es importante comprender que lo mejor no es ni tiene por qué pertenecer al canon que los zelotes, con todo su aparato propagandístico, establecen para las producciones culturales contemporáneas. Por ejemplo, ¿cuántos libros, de los que se encuentran en las librerías, a precio salvaje, ésos que hemos adquirido a lo largo de los años, con no poca ilusión y no menor esfuerzo económico, resultan imprescindibles? Mi suma particular es bastante exigua, y desde luego no compensa ni el gasto de esperanza ni el de dinero.

¿No será que una buena parte de esos libros no son más que reclamos para mantener vivo el mercado de una cultura decadente y repetitiva hasta la saciedad? ¿No será que los "autores" de dichas obras existen únicamente por sostener las arcas de los zelotes, y que, fuera de su protección, desaparecerían en la nada?

Por supuesto, hay excepciones y ganaríamos mucho si esos pocos se dieran cuenta de hasta qué punto destruyen los cimientos de aquello en lo que, supuestamente, creen cuando se abandonan a las exigencias que los mercaderes estipulan.

En todo caso, resulta necesario empezar a acabar con los prejuicios ---que existen en todos, aun inconscientemnte--- de que lo que no se publica en papel y por una "editorial de prestigio" es algo de segundo orden. Es hora de que la cultura cambie de rumbo o, mejor, se desperece del sueño secular en que parece aletargada. La opción de una creación sin intermediarios, sin celosos guardianes de sus propios intereses, que hoy se abre ante nosotros, no se puede desperdiciar.

Animo a los lectores de tu blog a seguir al pie de la letra tu grito de guerra.

Javier Cantero dijo...

Me vale con que el mensaje vaya calando poco a poco. Es una tarea hercúlea, pero sobre todo es una tarea a largo plazo. Armarse de paciencia...

Slaine dijo...

Me encanta. Voy a ser una hormiguita!

Anónimo dijo...

Your blog keeps getting better and better! Your older articles are not as good as newer ones you have a lot more creativity and originality now keep it up!