domingo, diciembre 24, 2006

Cuento de Navidad

Erase una vez un viejo abuelito cascarrabias. El abuelito no era malo, sólo un poco gruñón y --como su nombre indica-- cascarrabias.

Un día el viejo abuelito cascarrabias se dió cuenta que era Navidad: un tiempo de alegría, felicidad y buenos sentimientos. Y pensó que por un día podría dejar de ser cascarrabias.

Luego miró a su alrededor y vió que los mismos que durante el resto del año se dedicaban a insultarse, zancadillearse, despreciarse y aborrecerse, ahora intercambiaban cumplidos, felicitaciones, palabras llenas de buenos deseos, regalos y parabienes, y se obligaban todos a estar alegres y felices, porque era Navidad y por lo tanto era tiempo de alegría y felicidad.

El viejo abuelito decidió en ese momento que no estaba dispuesto a comportarse como todos esos hipócritas. Y así fue que el día de Navidad el viejo abuelito cascarrabias también fue --como el resto del año-- un cascarrabias.

Moraleja: cualquier historia es una sucesión de hechos fortuitos, y en el universo ocurren decillones de ellos cada segundo. Pretender que cierta cadena casual de acontecimientos --un cuento-- determine el comportamiento y la conducta de millones de personas --una moraleja-- es de petulantes.


Y ahora mi escasamente ortodoxa felicitación: recibe esta Navidad la misma felicidad que repartiste durante el resto del año, y recoge en el 2007 la cosecha de prosperidad que labraste durante el 2006.

Y en cualquier caso, que la Fuerza --si eres de religión Jedi--, el Monstruo Espaguetti Volador --si eres pastafarista-- u Om --si eres Omniano--* os protejan de toda desgracia.

--
* En Dando vueltas y más vueltas somos sensibles a todas las religiones. Bueno, al menos a todas las mayoritarias.

No hay comentarios: